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BienestarMedicina estéticaRejuvenecimiento facial

Enemigos de la piel: sol, contaminación, tabaco, viento…

By 15 septiembre, 2012Un comentario

Muchas veces encontramos que los tratamientos estéticos por más sofisticados, modernos y eficaces que sean, no lucen todo lo que esperamos de ellos en determinados pacientes. ¿Qué ocurre en estos casos?

Con el paso del tiempo la piel tiende a deteriorarse dentro del proceso normal de envejecimiento. Hasta aquí, todo claro. Pero hay rostros cuya piel acusa un estado que en ocasiones no tiene nada que ver con este proceso de envejecimiento cronológico. Y es que normalmente nuestra piel está sometida a diferentes agentes agresores externos que aceleran este proceso y hace que esta luzca apagada, manchada y con aspecto de envejecida.

Uno de los principales enemigos es sin duda la acción de las radiaciones ultravioleta del sol., a la cual, a pesar de estar ampliamente informados, parece que seguimos sin darle demasiada importancia. Esta radiación, especialmente la UVA, destruye el colágeno y la elastina con lo que la piel se ve atacada en el mantenimiento de su estructura, debilitándose y perdiendo elasticidad. Recordemos que la acción del sol sobre la piel es dosis-dependiente y acumulativa, es decir, las dosis se van acumulando a lo largo del tiempo y muchas veces lo que observamos hoy es el resultado de lo acumulado en años atrás.

Esto no quiere decir que debamos ocultarnos totalmente del sol. A nadie se le escapa los múltiples efectos beneficiosos del mismo, solo pensar en que las dosis debe ser siempre moderadas y a ser posible con los correspondientes filtros anti UVA.

La contaminación ambiental es otro factor importante del que nadie que viva en una ciudad “moderna” pueda escaparse. Los productos de combustión de la gasolina y otros carburantes de automóviles, flotan en el ambiente y además de ser inhalados y responsables de un buen número de procesos alérgicos, también se adhieren a la piel en forma de micro gránulos de metal y micro gotas de aceites que taponan como una película intimamente pegada a su superficie. Esto mismo es válido con los productos residuales del maquillaje los cuales se conforman de micro partículas minerales que se depositan en la profundidad de los poros cutáneos dificultándose su eliminación completa mediante arrastre de superficie.

Es imprescindible una limpieza diaria a fondo con productos no irritativos, y periódicamente someterse a una limpieza mas en profundidad realizada por un profesional.

El tabaco es el tercer gran agresor de la piel, ya que su acción vasoconstrictora es la responsable de la disminución del flujo sanguíneo a la piel y con ello la disminución del oxígeno y demás nutrientes que esta necesita. Por otro lado se ha comprobado la acción altamente oxidante celular de la nicotina y su participación en la destrucción del colágeno con lo que al igual que el sol proporciona pérdida de elasticidad en la piel.

En estos casos, lo ideal sería dejar de fumar, pero muchas veces este hecho es insuficiente ya que hay que reparar la acción dañina provocada anteriormente. Bien sea que se abandone o se disminuya el hábito tabáquico, es imprescindible la aportación en la dieta de suficientes antioxidantes (vitaminas A, C y E) como para combatirlo.

La acción negativa del viento radica sobre todo en la desecación por su acción directa sobre la piel. Esto lo saben muy bien los habitantes de alta montaña y zonas donde el sometimiento continuo a las corrientes de viento convierten a la piel en una capa frágil y agrietada en aquellas zonas directamente expuestas como cara y manos. La protección mediante cremas con alto contenido lipídico es esencial en estos casos.

Existe otra multitud de factores que agreden el aspecto de la piel: el estrés, el estreñimiento, productos de desecho de alimentos, fármacos, etc. Y todos tienen en común una vía de lesión que comparten con el sol y el tabaco y la polución ambiental, y es la el daño de la función celular por oxidación. Este proceso aunque es evidente en la piel, también ocurre en todas las células del cuerpo colaborando a su envejecimiento.

De aquí el papel importante en un adecuado aporte vitamínico de la dieta y al uso cada vez más extendido de complementos alimentarios con capacidad antioxidante.

Para la piel además, también encontramos actualmente cremas que incluyen en su formulación estas sustancias antioxidantes y que ayudan a reparar el daño celular corrigiendo o al menos previniendo el envejecimiento prematuro de la misma. De igual manera los tratamientos con aplicación mediante micro inyecciones en la dermis (mesoterapia) de complementos vitamínicos, aminoácidos y factores estimulantes (Factor de Crecimiento Epidérmico), colaboran en el enlentecimiento y regresión de este envejecimiento oxidativo.

En resumen, si queremos retrasar el envejecimiento de la piel causado por agentes externos, debemos protegerla de los mismos en la medida en que sea posible y procurándole los cuidados pertinentes: limpieza, hidratación, nutrición, filtros solares y el cuidado “desde dentro” con una dieta adecuadamente balanceada y enriquecida.

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