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Como material de relleno facial, relleno corporal, mesoterapia, etc.  el ácido hialurónico es junto con el botulino el material más utilizado en las consultas de medicina estética.
El ácido hialurónico se trata de una sustancia natural, presente en todos los seres vivos, e idéntica en todas las especies animales. Bioquímicamente pertenece al grupo denominado glucosaminoglicanos, es decir, básicamente un azúcar con algunas peculiaridades.

Está presente en forma natural como parte de las sustancias que dan soporte al esqueleto de los tejidos: al espacio intercelular y gracias a él, el agua es capaz de mantenerse entre las células sin caerse al suelo por efecto de la gravedad, ya que una de sus propiedades es mantener el agua en los tejidos. Por eso, cuando envejecemos y disminuye nuestra capacidad de sintetizar hialurónico, los tejidos se “deshidratan” y eso lo podemos ver en la piel, aunque realmente ocurre en todos los órganos del cuerpo.

Inicialmente, el ácido hialurónico que se utilizó en medicina, se obtenía de origen animal, concretamente de las crestas de los gallos. Esto acarreaba reacciones de alergia ocasional, no por el hialurónico, que como decía es idéntico en todas las especies, sino por las impurezas que quedaban tras el proceso de extracción.

Actualmente, se obtiene por biosíntesis como producto de una bacteria, de tal modo que el resultado final es un producto puro.

En forma natural, tanto el que producimos como el inyectado tiene una durabilidad de muy pocos días en nuestra piel (tres a cinco días), por eso, los materiales que se utilizan como implante están sometidos a procesos que alargan esa duración hasta casi 12 – 18 meses (estabilizaciones o reticulaciones).
También se ha conseguido obtener productos con mas o menos densidad para ser utilizados como rellenos de diferentes zonas de la piel, ya que no todas las partes son iguales: es obvia la diferencia de piel en el párpado o en el surco entre la nariz y la mejilla (surco nasogeniano).

Actualmente todas las marcas comerciales de primera línea, ofrecen diferentes productos para ser utilizados bien como relleno de estas diferentes zonas, o bien como tratamiento revitalizador (Skinbooster) de la piel.
Estos tratamientos  revitalizadores se realizan en forma de pequeños depósitos con el material de menor densidad de toda la gama, de modo que se consigue retener el agua en la piel y mejorar así su hidrobalance.

También puede ser aplicado material de un grado más alto de densidad mediante microcánulas especiales redensificando el espesor de la piel además de conseguir el ya mencionado efecto hidratante, mejorando así su estructura, firmeza y elasticidad. Este tratamiento es más un cuidado que una corrección y los resultados son ampliamente visibles pero sin cambiar la forma de la cara.

Su utilización como producto volumétrico es ampliamente conocida, en la corrección de arrugas, recreación de pómulos, mentón o labios, en lo que se ha dado en denominar bioplastia facial, escultura labial, etc. y en los últimos años se dió el paso en los tratamientos corporales como producto de relleno de defectos por cicatrices, aumento de volumen en nalgas, pectorales y abdomen masculinos, aumentos genitales, etc. y todo aquello que la imaginación permite explorar dentro de la prudencia.

Aunque existen otros materiales de relleno, algunos de características permanentes, la amplísima mayoría de médicos estéticos seguimos prefiriendo este debido a la seguridad que representa y al escaso porcentaje de complicaciones tras su aplicación. Por eso en Clínica Císem, será siempre el primer material que le aconsejemos.

Pero su uso no se limita solamente en medicina estética, sino que otras ramas de la medicina aprovechan sus ventajas. Así, se continúa usando en la cirugía oftalmológica, la cual fue su primera aplicación, en cirugía urológica, y en traumatología como regenerador en las  articulaciones

 

Consulta nuestros tratamientos sobre rellenos faciales.

 

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