El retinol lleva ya bastante tiempo ostentando el título de “cosmético de moda” , aunque realmente lleve muchísimos años utilizándose como regenerador cutáneo, y mucho antes aún como tratamiento del acné.
Se trata de un derivado de la vitamina A, que se utiliza en dermatología principalmente por sus propiedades antienvejecimiento (mejoría de pequeñas arrugas, manchas, imperfecciones, etc.). Además, inhibe la degradación del colágeno y favorece su regeneración, por lo que se trata de una molécula que da respuesta muchas de las alteraciones de las pieles maduras.
En la categoría generalmente conocida como retinol se encuentran opciones como el retinol puro (ya sea encapsulado o no) y sus derivados, como el retinil palmitato o acetato, considerados menos potentes. En cualquiera de estas ‘versiones’, es un agente ideal de renovación cutánea, perfecto para incorporar a la rutinas de cuidados antiedad.
Una nueva regulación por parte de la UE
Hasta ahora el retinol se ha ido posicionando con absoluta libertad en las formulaciones de diferentes marcas cosméticas. Sin embargo, el pasado 3 de abril de 2024, la Unión Europea aprobó una nueva ley (Reglamento 2024/996) por la que limita su uso (y también el del retinil palmitato y el retinil acetato) a una concentración máxima del 0,3% en los cosméticos faciales y del 0,05% en los productos corporales. Esta legislación no afecta a otros derivados de la vitamina A, como el retinaldeído (o retinal).
Esta normativa, que entrará en vigor a partir del 1 de noviembre de 2025, determina que a partir de esa fecha ya no se podrán introducir en el mercado cosmético con concentraciones superiores a las indicadas
Pero no hay motivo para la alarma ya que, el hecho de que la Unión Europea haya puesto en marcha esta normativa no significa que el uso de este ingrediente entrañe riesgos, sino que el objetivo es regularlo para que siga utilizándose de forma eficaz y segura: La intención no es vetar esta molécula, sino controlar su presencia en los cosméticos.
El proceso de “retinización”: en que consiste
¿Cuándo hay que empezar a incorporarlo a la rutina cosmética? En cuanto a la “edad ideal” para empezar a usar el retinol, hay que tener en cuenta que se trata de uno de los activos con mayor evidencia científica para la prevención y el tratamiento de los signos de envejecimiento cutáneo. Por ello, y aunque no hay una edad fija establecida para recomendar su uso, lo lógico es empezar a hacerlo cuando haya evidencia de la aparición de pequeñas arrugas, cambios en la pigmentación o una textura de piel irregular, entre otros signos.
“Ritual de iniciación”
Hay que incidir en la importancia de que sea el médico el que introduzca el retinol en las rutinas de cuidado facial, indicando la concentración ideal para cada caso y pautando los días a la semana en los que se debe usar, ya que es un activo que tiene capacidad de irritar la piel.
Lo primero que hay que saber al empezar a utilizar este ingrediente cosmético es que es necesario un proceso de adaptación de la piel al mismo, llamado retinización, que suele durar entre 30 y 45 días. “Hay que tener en cuenta que el retinol comienza a cumplir su función tras su uso prolongado. Normalmente, sus beneficios se notan pasados 4-6 meses, aunque a partir de las 8 semanas ya se pueden empezar a ver los resultados.
Siempre, de noche
Como norma general el retinol se debe aplicar únicamente por la noche ya que pierde eficacia con la luz solar.
Lo habitual es iniciar la retinización con tres aplicaciones a la semana durante la primera quincena, avanzando después a días alternos en la segunda quincena para, finalmente, acabar usándolo todas las noches.
Es clave que este proceso se haga de manera gradual para que la piel se acostumbre al producto y se minimicen así las posibilidades de irritación que a veces preocupan al iniciar el uso del retinol.
Otros derivados del ácido retinoico, como el Retynal pueden utilizarse diariamente desde el inicio, incluso durante el día, ya que no son fotosensibles.
“Pasarse” de concentración y otros riesgos.
Durante los últimos años, su uso se ha extendido debido al auge de las rutinas cosméticas y el cuidado de la piel a través de plataformas como las redes sociales, aunque en muchas ocasiones se observa un uso indebido o innecesario, que no está exento de complicaciones.
El uso de altas concentraciones o la indicación inadecuada de este ingrediente puede producir sequedad, irritación, tirantez, picor y descamación, e incluso aparición de eczemas severos o empeoramiento de algunas enfermedades cutáneas de base, como la dermatitis atópica o la rosácea en brote.
Retinol en verano: ¿se puede ?
Una de las ideas más extendidas en torno a este ingrediente cosmético es la de que no se puede usar en verano. Esto no es exactamente así.
Lo que no se debe hacer es empezar a utilizarlo si no lo hemos hecho durante el resto del año, ya que en este caso es preferible esperar a septiembre u octubre, para así evitar posibles irritaciones. En cambio, si la piel está retinizada (es decir, acostumbrada a usar retinol), sí puede usarse en verano, siempre, por supuesto, de noche, en la fórmula y concentración pautada por el médico, y utilizando un protector solar SPF 50 durante el día.
Para minimizar cualquier posibilidad de irritación, es recomendable disminuir la frecuencia: por ejemplo, si durante el resto del año los usamos 3-4 veces a la semana, pasar a aplicarlo 2-3 noches en verano. Otra opción es disminuir la concentración de retinol o utilizar fórmulas que incluyan ingredientes calmantes”.
Combinaciones y mezclas?
Aunque sin duda el retinol es el “componente estrella” en toda formulación cosmética que lo incluye, puede ir acompañado de otros ingredientes de reconocida eficacia que potencian y/o complementan su acción antiedad. Es el caso de la vitamina C, que forma tándem con el retinol en productos antienvejecimiento (para ello, se encapsulan y estabilizan ambos activos por separado). Otro ingrediente que actúa en sinergia con el retinol es la niacinamida, ultra eficaz para reforzar la barrera cutánea y calmar la reactividad de la piel, aumentando de esta forma la receptividad de la epidermis frente al retinol, y minimizando el riesgo de irritación.