Es evidente que en nuestra sociedad occidental del bienestar, todos comemos de tres a cinco veces diarias, intentamos comer saludable, salvo en excepciones, suponemos que nuestra comida es balanceada, hacemos ejercicio, pero cuando nos damos cuenta hemos ganado dos o tres kilos extra que no sabemos cuándo ni cómo nos los hemos encontrado.
Nos entra el pánico y decidimos ponernos a dieta, y como nos han enseñado que adelgazar es una suma matemática entre lo ingerido y lo gastado, empezamos retirando bruscamente un montón de alimentos de nuestra comida habitual. Dejamos de paladear y disfrutar de una actividad placentera como es la comida para conseguir ese objetivo de perder kilos, pero…A veces nos funciona y otras veces solo nos ocasiona frustración.
¿Por qué?, donde hemos fallado. No hemos quitado suficiente cantidad de calorías?
Tal vez hemos retirado alimentos que no nos aportaban muchas calorías, dejando, sin embargo, otros con muy alto contenido en las mismas.
Que son las calorías?
Ante todo, debemos recordar, que no existe un alimento carente de calorías, las cuales, entre otras cosas, tienen la misión de mantenernos vivos. Son el combustible de nuestro complejo aparato celular, y aun estando en reposo, el solo hecho de estar vivos, implica un consumo de calorías que corresponde aproximadamente al 60 o 70 % del consumo diario (Tasa metabólica basal).
Sin embargo, hay alimentos que aunque nos aportan energía, no nos aportan ningún nutriente: son las conocidas como de aporte calórico vacío y están presentes en algunas sustancias frecuentes en nuestra alimentación, como el alcohol y el azúcar.
Si es verdad que perder peso (casi siempre) es cuestión de matemáticas, y si no se incrementa el consumo (deporte), la única opción es disminuir la ingesta. Pero esto puede hacerse paulatinamente.
Si a lo largo de una semana disminuimos unas 3.500 calorías comparando con nuestra dieta habitual, habremos posiblemente tenido una pérdida de peso de medio kilo. No es tontería.
Pero, ¿Cómo se hace esto, sin sufrir?
Primero sepamos que el aporte calórico diario recomendado en mujeres se sitúa en torno a las 1.300 calorías, mientras que en hombres en las 1.800.
Por encima de esto, cualquier consumo de más, y con una actividad normal, se engorda inexorablemente.
Sepamos también que a mayor cantidad de masa muscular, el consumo por parte de nuestro organismo es mayor, ya que hay más tejido “que alimentar”. Esta es la razón por la que los varones (en comparación con las mujeres), y aquellos con actividad deportiva intensa, pueden ingerir más cantidad de calorías sin engordar.
Pero, y volviendo al tema, como podemos ir reduciendo calorías sin sufrimiento?
- Elimina el azúcar. Es cuestión de irte acostumbrando, el café, o el té no lo necesitan. Una cucharadita, ya son 15 calorías que no te aportan NADA. Si tomas un par de cafés al día, con dos cucharaditas cada uno, ya son 60 calorías. Empieza poco a poco y pronto descubres que no te hace falta.
- Si no eres capaz, pásate a los edulcorantes. Estas sustancias no tienen ni una sola caloría (no son alimentos).
- Lácteos desnatados. Un vaso de leche entera equivale a 150 calorías mientras que la versión desnatada solo 85.
- Carnes guisadas mejor que a la plancha. No sabe igual, lo sabemos, pero un buen estofado, que no tiene por qué estar mal al paladar, cuando se deja enfriar, podemos retirar la fina capa de grasa que ha soltado durante la cocción y que puede resultar en unas 100 calorías.
- Consume las aves sin piel. La piel es el lugar donde las aves suelen acumular la grasa para protegerse del frío. Una pechuga de pollo frita con piel, son 217 calorías, mientras que cocinada de la misma forma y sin piel, se aproxima a 160.
- Menor consumo de aceite. No pondremos en duda la importancia del consumo de aceite de oliva virgen y todas sus propiedades terapéuticas, pero, qué le vamos a hacer, es muy rico en calorías: 884 por 100 gr. Esto es 119 por cucharada. Conclusión, consumo sí, pero con moderación.
- Postres bajos en calorías: sorbete mejor que helado, fruta a ser posible, etc.
- Pan sin corteza. Una rebanada normal de pan sin corteza tiene unas 24 calorías, mientras que con corteza, 32. En vez de un bocadillo con pan tradicional, hazlo con pan de molde.
- Modifica los aliños. Utiliza hierbas aromáticas, condimentos, zumo de limón, de naranja, todo con tal de quitar aceite sin renunciar al sabor.
- Reduce el consumo de alcohol. En situaciones de necesidad, elimínalo.
Si consumes cerveza, prueba las “SIN”. Una lata de cerveza normal, ronda las 155 calorías (varía según las marcas), mientras que la misma lata Sin alcohol, ronda las 77.
Una ración de vino tinto de mesa tiene alrededor de 125 calorías. De vino blanco 150. Durante una cena, por ejemplo, alterna el vino con agua para calmar la sed.
Una medida de ron 64 calorías, una de whisky 70, un GinTonic 171 y un Ron con cola 154.
Si consumes dos en una noche de fiesta, ya casi han sido más calorías, vacías, que posiblemente lo que hayas comido.
Resumiendo, cuando sabes cuantas calorías tiene un alimento y los nutrientes que te aporta, puedes ir reduciendo un dia de un sitio, otro día de otro, para controlar a tu antojo el número total de lo que ingieres. Si un día te has pasado, lo reduces en el siguiente.
Y si puedes aumentar el consumo mediante actividad física: Estamos ganando la batalla!!
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