Si hay una estación del año en la podemos abusar de los excesos,y por tanto mantener cuidados después del sol, esa es el verano. Nos descuidamos y la piel sufre los estragos del daño solar, del calor y la sequedad. Ahora llega el momento de cuidarse para que no aparezcan nuevas arrugas.
Los destinos elegidos para nuestras vacaciones son muy variados, pero seguro que en cada uno de ellos está presente el sol.
Los efectos dañinos de las radiaciones ultravioleta en la actualidad son muy conocidos, se quedaron atrás aquellos aceites o cremas que nos poníamos para “ponernos morenos”. Hoy nos hemos concienciado gracias a la información recibida y sabemos que debemos protegernos del sol para prevenir el envejecimiento cutáneo, así como de otras patologías producidas por él.
La piel es el órgano más extenso que tenemos, sus funciones son de barrera y defensa del organismo, es como un escudo natural, pero queda expuesto a los daños solares, más evidente sobre todo determinadas zonas tales como las manos, el rostro y el escote si las comparamos con las zonas no expuestas y es por ello que en estas zonas las medidas de prevención se han de extremar especialmente.
Pero no solo influye las tan temidas radiaciones solares, si no que también lo hacen el tabaco, la mala alimentación, la escasez de ejercicio, favoreciendo estos factores el envejecimiento sistémico prematuro ya que son los causantes de la liberación de radicales libres llegando a consumir las sustancias antioxidantes que produce nuestro organismo para neutralizarlas.
Si hablamos del daño solar en la piel y la producción de los radicales libres, un pilar muy importante es una adecuada y equilibrada nutrición, ya que no solo beneficiará a nuestra piel, sino también al resto del organismo.
Los estudios realizados sobre el papel de la alimentación en la antioxidación celular son bastante concluyentes. Son mejores los alimentos frescos, aunque a veces hace falta tomar alguna suplementación.
El ejercicio físico moderado practicado de forma regular también ayuda a la “limpieza” de esos radicales libres a nivel sistémico.
A nivel cutáneo cabe destacar la aplicación de determinados tratamientos tales como la mesoterapia con los productos adecuados, la infiltración de factores de crecimiento obtenidos de nuestro plasma o los peelings antioxidantes.
La aplicación de la combinación de estos tratamientos dependerá del grado de envejecimiento diagnosticado.
En resumen: La buena alimentación, la práctica de ejercicio físico moderado, la no exposición a tóxicos y la realización de tratamientos médicos son una buena defensa en la lucha del mal envejecimiento cutáneo, sobre todo en estas fechas en las que sometemos a nuestra piel a una mayor radiación solar.