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Algunos fármacos conllevan un aumento de peso secundario a los efectos fisiológicos que producen en nuestro organismo, siendo los más frecuentes el aumento del apetito, algunas alteraciones tiroideas, la interferencia en la regulación de líquidos y la alteración del metabolismo de los hidratos de carbono. Por eso, a la hora de mantener un peso saludable, algunos tratamientos farmacológicos nos lo pueden poner difícil.

Además, ante un mismo principio activo y en igualdad de dosis, dos personas responden de forma diferente

Medicamentos que pueden producir aumento de peso

Entre los medicamentos más usados que pueden producir este efecto están:

 

Antihistamínicos: que se usan para tratar las alergias. Algunos favorecen la retención de líquidos y aumentan el apetito.

Betabloqueantes: usados para tratar la hipertensión (enalapril, amlodipino, etc.), pueden detener la lipólisis (movilización de grasas en el organismo), disminuyendo la capacidad del organismo de quemar grasas y colesterol. Además, al disminuir la frecuencia cardíaca, podemos sentirnos algo más cansados, lo cual no favorece la práctica de deporte.

Hormonas femeninas: a altas dosis incrementan la cantidad de agua y acción anabólica lo que da como resultado un aumento de peso. En este grupo podemos incluir todos los anticonceptivos orales.

Antidepresivos y ansiolíticos: estos fármacos disminuyen la velocidad del metabolismo y la cantidad de leptina, (la hormona de la saciedad), lo que promueve un aumento del apetito. Además, es posible que provoquen una bajada de energía, lo cual induce al cerebro a necesitar azucar, por lo que tendremos más ganas de consumir hidratos de carbono. En este grupo se incluyen algunos activos como el escitalopran, alprazolam, lorazepam, etc.

Antipsicóticos: en este grupo el aumento de peso puede deberse a un incremento de azúcar en sangre (acción que provoca por ejemplo la clozapina); a una disminución de la actividad tiroidea (por ejemplo, la quetiapina); o a un aumento de colesterol en sangre (por ejemplo, la olanzapina).

Corticoides orales: son los antiinflamatorios más potentes y cuentan con varios efectos secundarios como almacenamiento de la grasa en la zona abdominal, aumento de la retención de líquidos, sed y descompensación del metabolismo de los hidratos de carbono, lo que se traduce en un aumento del apetito. Uno de los activos pertenecientes a este grupo es la prednisona.

Los activos antimigrañosos también pueden aumentar el apetito como es el caso del zolmitriptán.

No desesperes: a veces los efectos secundarios desaparecen con el paso del tiempo. En cualquier caso, trata de ver el vaso medio lleno y no interrumpas tu tratamiento farmacológico por tu cuenta, consulta siempre a tu médico, quien además te dará las pautas para combatir sus posibles efectos secundarios.

¿Y si nada funciona?

En algunos casos resistentes, es necesario que el médico cambie el principio activo. Es fundamental un abordaje multidisciplinar para involucrar en el tratamiento a especialistas de todos los ámbitos: dietistas-nutricionistas, psicólogos, entrenadores personales y cómo no, farmacéuticos. NO OLVIDES que cada principio activo como decíamos al principio,  puede afectar en mayor o menor medida a cada persona, por eso cada tratamiento (médico, dietético, etc.) se realiza de forma individualizada.

 

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